miércoles, 3 de abril de 2013

[CUNA-NOTICIA] Domingo Vega lleva 70 años con el alma en un acordeón



Giovanny Escudero

Domingo Rafael Vega, en uno de los dos talleres de fabricación y reparación de acordeones ubicado en el patio de su casa, en el barrio El Santuario.



Para los vecinos del populoso barrio El Santuario, y más aun los que residen en los alrededores de la calle 47 con carrera 8D, escuchar el melodioso llanto de un acordeón a cualquier hora del día se ha convertido en algo rutinario.
Domingo Rafael Vega tiene 70 años y descubrió desde bien niño que en su alma habitaba un acordeón, no porque terminaría convirtiéndose en avezado intérprete de este instrumento de viento, sino porque, gracias a su curiosidad e ingenio nato, su vida y la de toda su numerosa familia terminaría dependiendo del sonido que produce este arrugado corazón del que han nacido las más bellas melodías del folclor vallenato.
Desde hace más de 40 años, el viejo Mingo, como lo llaman sus allegados y conocidos del barrio, aprendió a arreglar y en últimas a fabricar acordeones, y su aporte al folclor y a la música vallenata lo han erigido como una de los personas más destacadas del barrió El Santuario.
Para muchos de sus vecinos, tenerlo cerca y contar con su amistad y presencia en el barrio es motivo de orgullo. Y es por ello, por haber entregado gran parte de su vida a la cultura y a la música, que fue escogido como uno de los personajes destacados que residen en esta ciudad y hoy su nombre suena como uno de los 200 personajes sobresalientes que hará parte de ese podio privilegiado del proyecto Huellas del Bicentenario.
Su casa es visitada con frecuencia por músicos de la talla de Jorge Oñate, Aníbal Velásquez, Juancho De la Espriella, Álvaro López y Cocha Molina, entre muchos otros grandes como Alfredo Gutiérrez, que usa sus productos, los hermanos Zuleta, y otros grandes nombres que han llevado en alto la música y el folclor colombiano.
“El primer acordeón que tuve cerca, y recuerdo que hasta lo dañé por necio, fue cuando tenía como 8 años y era de Juancho Polo, que era primo hermano de mi papá. Le metí un dedo en el fuelle y se rajó. Tremendo susto me llevé. Toda mi vida me ha gustado la música de acordeón y, mire, terminé trabajando con eso, arreglando piezas primero, y después terminé con esta empresa donde trabaja toda mi familia”, recordó Mingo, que esencialmente es un hombre sencillo venido del campo .
Hoy en día ha logrado, al lado de sus 9 hijos, con los que creó sus dos talleres, que sus acordeones sean apetecidas por personas de muchos lugares del globo.
“Aquí vienen gringos, argentinos, mexicanos, chilenos, gente de Australia, Holanda, Venezuela, Costa Rica. Mire que una vez nos visitaron hasta unos alemanes para ver cómo trabajamos nosotros aquí”, dijo este técnico empírico que encontró, a punta de esfuerzo, de ensayo y error el secreto que hace que de esta pequeña caja mágica de corazón arrugado escapen esas melodías que ya trascienden nuestras fronteras.

“El señor Mingo es un personaje valioso para nosotros, es un ejemplo para los jóvenes y para todo el barrio por su valioso aporte a la cultura y a la música colombiana”, aseguró Moisés Osorio, coordinador de la Casa de Juventud del barrio El santuario.

“A esta casa llegan muchos artistas como Beto Villa, Cocha Molina, y eso para el barrio ha sido una satisfacción. El aporte cultural de Mingo es muy grande y ha dejado el barrio en alto. Toda la familia es muy querida por aquí”, aseguró, Donaldo Vásquez, presidente de la Junta de Acción Comunal del sector Oriental de El Santuario.

“Nosotros, junto a José Luis Sierra, somos los únicos que fabricamos acordeones en Colombia y competimos con los alemanes. Con el Ministerio de Cultura, tenemos un contrato de hace 5 años donde anualmente le fabricamos entre 50 y 60 acordeones para las casas culturales. Somos nueve, y cada uno hace un trabajo distintos. Todos aprendimos viendo a mi papá”, afirmó Domingo Vega hijo.

Huellas del Bicentenario es un proyecto que pretende entregarle reconocimiento al trabajo de los barranquilleros e hijos adoptivos de la ciudad que se destacan por su labor y dejan huella en la comunidad. Si usted conoce a alguien de su comunidad que tiene un trabajo importante y digno de resaltar, lo puede postular en esta página web: www.barranquilla.gov.co, para que este personaje haga parte de los 200 privilegiados vinculados al proyecto, a propósito del bicentenario de la Arenosa.
“Se oye un canto en la madrugada ensenado en la lejanía entre notas de un acordeón...”, versos como este se pueden seguir escuchando acompañados por las pegajosas tonadas de un acordeón criolla marca Dorveg, gracias a los buenos oficios de este sabio empírico que descubrió sus secretos y hoy los ha puesto al servicio de nuestros músicos y de nuestro folclor.
Por Carlos Polo

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